lunes, 29 de septiembre de 2014

"La última noche en Tremore Beach" de Mikel Santiago



Título: La última noche en Tremore Beach
Autor: Mikel Santiago
Editorial: Ediciones B
Año edición: 2014
ISBN: 978-84-406-9648-9
  Páginas: 424
 
Qué grata sensación nos produce la lectura cuando está superando nuestras expectativas ¿verdad?. Todos la hemos experimentado alguna vez y fue lo que me pasó en esta ocasión con con La última noche en Tremore Beach, la primera novela de Mikel Santiago, un autor vizcaíno que sonará mucho a partir de ahora.

Conocemos a Peter Harper, un compositor divorciado que llega a Irlanda con la esperanza ordenar su vida, poner algo de distancia con los problemas que le agobian y encontrar la inspiración perdida en la soledad de una idílica casita frente al mar. A raíz de un extraño incidente, el protagonista tendrá unas vívidas visiones a las que tratará de poner fin poniéndose en manos de médicos. Pero estas visiones tienen que tener un significado y para averiguarlo contará con la ayuda de Que tratará de sus dos únicos vecinos, un matrimonio mayor con algún que otro secreto, y una joven del pueblo cercano con quien congenia enseguida.

Como siempre, no quiero desvelar mucho más del argumento por lo que sólo os diré que Mikel Santiago ha sabido cómo introducirnos completamente en la historia guiándonos por un camino que, como la carretera de Tremore Beach en plena tormenta, cada vez se oscurece más pero que, sabemos, se iluminará y cobrará sentido en algún momento. Se nota la estancia del autor en Irlanda en las descripciones del paisaje irlandés y de la vida en el pueblo que quedan plasmadas con unas cuantas pinceladas bien repartidas.

Como buen thriller que es, esta novela nos propone un juego. El juego de averiguar qué le está pasando realmente a Peter Harper y cual será la solución a otros misterios que van surgiendo a lo largo de las páginas. Y el autor nos proporciona algunas pistas (a veces falsas) o da giros argumentales inesperados que hacen que el lector no pueda parar de leer hasta el final. Precisamente el final es uno de sus grandes puntos fuertes puesto que suele pasar que grandes historias son desmerecidas con finales previsibles, atropellados o facilones. No es este el caso, en el que el desenlace de la historia pone un justo colofón a una gran lectura aunque habrá gente a quién no guste la solución que Mikel Santiago da a la novela.

De La última noche en Tremore Beach, apenas he apuntado unas breves notas en mi cuaderno. Y es que mientras leía pararme a apuntar ideas me parecía una pérdida de tiempo. Así supongo os podréis hacer una noción de cuán sumida en la historia estaba. Una novela bien construida, con unos personajes identificables y bien dibujados que tiene su gran baza en mantener el nivel durante todos los capítulos y, sobre todo, no decepcionar con su final. Totalmente recomendable.

Justo cuando comenzaba a dudar de lo que había oído, cuando empezaba a pensar que habría
sido producto de mi imaginación, volvió a oírse algo escaleras abajo. Me pareció el sonido
de algo que se arrastraba. Después oí un portazo, pero casi al mismo tiempo detonó un trueno y
 no estuve seguro de dónde había sonado.
Escribí una cosa antes de levantarme:
Tengo miedo y mi miedo es real. Voy a echar un vistazo abajo. He oído algo moviéndose.

viernes, 25 de julio de 2014

"El tango de la Guardia Vieja", de Arturo Pérez-Reverte

 
Título: El tango de la Guardia Vieja
Autor: Arturo Pérez Reverte
Editorial: Alfaguara
Año edición: 2012
ISBN: 9788420413099
  Páginas: 504

De Pérez-Reverte prometí no volver a leer nada tras el chasco que me llevé con La carta esférica. Sin embargo, aquí me veis, incumpliendo mi promesa porque todos merecemos que nos den otra oportunidad. Y a la tercera fue la vencida.  El tango de la Guardia Vieja me ha reconciliado con un autor que ha pulido algunos detalles de su prosa que no me convencieron en aquel momento. Con esta novela se ha desprendido de superficialidades para escribir con una mayor agilidad y belleza una historia completa que habla de lo complicado que es a veces conjugar razón y corazón pero en la que también hay intriga y aventuras que dan un breve repaso a algunos de los momentos más importantes del pasado siglo XX.
 
El tango de la Guardia Vieja nos sitúa en tres tiempos diferentes de la vida de los protagonistas. Tres momentos en los que sus vidas se cruzan, a pesar de que sus sentimientos están ligados casi desde el primer momento en que se miran, y que servirán de división temporal que estructure la novela aunque a lo largo de sus páginas vayan mezclándose los capítulos que hacen referencia a estos tres períodos. Tres tiempos que no están equilibrados en cuanto a atractivo. Aunque ninguno de ellos llegue a aburrir sí hay momentos en que la lectura se ralentiza y pierde ritmo. Si bien la primera parte es la que me ha resultado más atractiva y embriagadora por el ambiente en el que se desarrolla y la relación de los protagonistas, los otros dos momentos en los que coinciden son administrados a lo largo de los capítulos a modo de flashbacks con gran acierto para mantener en vilo al lector y que la lectura no resulte tediosa.

A la novela le cuesta arrancar, esa ha sido mi percepción y es algo a lo que ya me tiene acostumbrada el autor, muchas páginas en las que no ocurre nada pero que van preparando lo que vendrá después. No obstante sus inicios, esta parte ha sido de las tres en las que se divide la novela la que más me ha apasionado. Cronológicamente comienza esta historia en 1928. Max Costa, bailarín mundano, Mecha Inzunza y su esposo, el afamado compositor Armando De Troeye que viaja a Buenos Aires a componer un tango por una apuesta con otro colega, coinciden en el trasatlántico Cap Polonio camino de Argentina. Max es un buscavidas, Mecha una bella y seductora mujer que está lejos de su alcance. A Max sólo se le permite divertir a las damas de la clase alta en la pista de baile pero de esos fugaces encuentros nace una profunda atracción sexual que acabará desembocando en una huida, un aparente punto y final que ninguno de los dos hubiera deseado.
 
En este primer episodio de los tres que cuenta la novela conocemos cómo se fragua la relación entre Max y Mecha, sus conversaciones, sus insinuaciones, sus miradas, sus silencios, sus bailes. Notamos la contención de ambos en cada encuentro, una contención que presidirá su peculiar historia de amor a lo largo del tiempo.  En esta ecuación de deseo y provocación destaca el tango como término fundamental. En esta parte hay  tango, mucho tango. Las notas y acordes del bandoneón traspasan las palabras y acompañan a lector en la incursión de los personajes en el ambiente canalla de los boliches tangueros de los arrabales porteños. Magistral es la forma en que Pérez Reverte describe la coreografía, los movimientos, las sensaciones, el deseo. Cómo refleja el éxtasis al que nos lleva el baile y del que se contagiarán los protagonistas dando lugar a escenas realmente provocadoras y sugerentes.

 
Por alguna razón, que no era momento de analizar, la idea lo excitó. Qué otra cosa era el t
ango así bailado sino sumisión de la hembra, se dijo, asombrado de sí mismo;
sorprendido de no haber llegado antes a esa conclusión, pese a tantos bailes, tantos tangos
y tantos abrazos. Qué otra cosa era aquello bailado a la manera de siempre, lejos de los salones
y la etiqueta, sino una entrega absoluta, cómplice. Un avivar de viejos instintos,
rituales deseos quemantes, promesas hechas piel y carne durante unos instantes fugaces
de música y seducción. El tango de la Guardia Vieja. Si había un modo de bailar
idóneo en cierta clase de mujeres, era sin duda aquél. Considerarlo desde esa perspectiva
 hizo sentir a Max una punzada de deseo inesperado hacia el cuerpo que se movía obediente
entre sus brazos. Ella debió de notarlo, pues por un momento clavó en él sus ojos azules, inquisitiva, antes de que una mueca de indiferencia retornase a sus labios y la mirada volviera a perderse en los rincones lejanos del almacén. Para desquitarse, Max hizo un corte, fija una pierna y simulando la otra un paso hacia adelante y hacia atrás; obligando, con la presión de su mano derecha en la cintura de la mujer, a que ésta pegase de nuevo su torso al suyo y, deslizando la cara interna de los muslos a uno y otro lado de la pierna inmóvil, retornase a la sumisión perfecta.
 Al gemido silencioso, agudamente físico, de hembra resignada sin posibilidad de fuga.


Los destinos de Mecha y Max se vuelven a cruzar dos veces más en tiempos y espacios diferentes: en Niza, nueve años después de su primer encuentro, con la Guerra Civil española y el espionaje como telón de fondo y durante un campeonato de ajedrez en Sorrento en plena Guerra Fría con unos protagonistas ya sesentones hartos de refrenar durante tantos años sus sentimientos. Porque el amor entre Max y Mecha es un amor coartado por las convenciones sociales, por convicciones morales, por tantos y tantos factores que llega un momento en el que inevitablemente hay que poner las cartas sobre la mesa.  

La descripción del ambiente y la profundidad de los personajes son elementos primordiales para que el lector se implique con la historia. Pérez Reverte cumple estos dos cometidos con sobresaliente. Sus dos personajes principales están tan bien dibujados que, a pesar de no conocer sus pensamientos más íntimos, sabemos, o tenemos la certeza de saber, qué les mueve a actuar como actúan a pesar de no compartirlo en alguna ocasión. Son personajes herméticos pero no totalmente opacos, que dejan traslucir sus  sentimientos por mucho que ellos quieran disimular.
La felicidad y despreocupación de los años veinte, la angustia y el miedo de los años de la Guerra Civil Española y previos a la Segunda Guerra Mundial, la nostalgia y calma aparente de los años de tensión entre EEUU y Rusia, todas estas atmósferas son trasladadas al papel con extraordinaria lucidez y acierto, algo que junto a su bella historia de amor hace de El tango de la Guardia Vieja una novela que merece la pena leer y releer.

 
 




 

martes, 24 de junio de 2014

"Una madre" de Alejandro Palomas


Título: Una madre
Autor: Alejandro Palomas
Editorial: Siruela
Año edición: 2014
ISBN: 978-84-16120-43-7
  Páginas: 248




Dice Alejandro Palomas en una entrevista publicada en Culturamas a propósito de Una madre  que "vivir es caminar por el cable del funámbulo y de repente entender que el verdadero vacío está arriba, que si vivimos con los ojos puestos en un cable, la vida y la muerte son lo mismo". Y, aunque la que tiene resulta preciosa, ese concepto de la vida como un caminar por la cuerda floja intentando mantener el equilibrio bien podría haber sido la imagen de portada de esta novela. Porque Una madre nos recuerda que muchas veces vivimos temiendo que se rompa la cuerda que nos da seguridad o procurando no dar un mal paso que nos haga caer al abismo cuando, en realidad, mirar siempre hacia abajo nos impide poder disfrutar de las cosas que nos hacen realmente felices. Nada puede definir mejor a esta novela que nos habla de personajes que hace tiempo que cargan sobre sus corazones con el peso de las rutinas, la inquietud de los silencios o el temor a ser descubiertos en escondidos refugios que les protegen de los reveses que han sufrido en la vida.


"Mamá está nerviosa e ilusionada. Lleva así unas semanas, desde que tiene la certeza
de que esta noche estaremos todos. Por fin, después de tantos intentos frustrados,
los que somos su sangre nos sentaremos a la mesa a celebrar el fin de año y brindaremos juntos.
Es un gran día para ella y no lo disimula, porque no sabe hacerlo.
Desde que se divorció de papá, siempre ha pasado algo, algo ha terminado torciéndose
y la cena de Nochevieja ha estado coja."


Alejandro Palomas centra la novela en una sola noche de un día muy especial, simbólico quizá, en el que despedimos el año ya vivido para estrenar uno nuevo. Esta Nochevieja supondrá el punto de inflexión en la vida de los personajes que asisten a la cena organizada por la madre de familia, Amalia, que homenajea a aquella otra anfitriona que creara Virginia Woolf en La señora Dalloway. (Ojo, lectores, porque no será éste el único guiño a Virginia Woolf que el autor va dejando a lo largo de la novela).

"Mamá había dicho que ella misma compraría las flores." 1


Para enmarcar la obra, el autor ha elegido como escenario el comedor a cuya mesa se sientan los protagonistas. Un entorno cerrado que crea un ambiente íntimo. Cada capítulo del libro se presta a ser visionado como si de una escena de una película se tratase mostrándonos escenas pasadas que contextualizan lo que se vive durante la cena. En las horas que abarca la novela iremos conociendo a esta familia tanto como si de la nuestra se tratase. Entrad de puntillas en la intimidad de esta casa y no temáis perturbarles, ellos son generosos y os dejarán mirar desde un rinconcito de esta mesa donde caben más cosas de las que se ven a simple vista. Conoced a la matriarca, Amalia, maravillosa en todas sus facetas -¿no sería Carmen Maura una gran Amalia?- y a sus hijos: Silvia, Emma y Fer, cada uno con sus aflicciones cargadas sobre los hombros. Y a Olga, que lo cierto es que familia-familia no es -y, hay que ver, qué difícil y duro es eso a veces. Y finalmente, reíros un rato con las ocurrencias de tío Eduardo, el Indiana Jones de las conquistas amorosas.


Si mi abuela hubiese leído esta novela hubiera sentenciado, tajante, "en todas las casas cuecen habas". Ella, al igual que Ester, la abuela ausente pero constantemente recordada del protagonista, y a la que tanto me recuerda, tenía un refrán adecuado para cada momento. Y es cierto, no hay nada más complicado y a la vez más sencillo que una familia porque cada una se rige por sus códigos, tiene sus peculiaridades y sus formas de proceder pero subyaciendo a todo siempre está el hecho de ser familia, esos lazos consanguíneos que nos unen con una especie de nudo gordiano y que nos proporcionan un sentimiento de pertenencia a un  algo más elevado que nosotros mismos. La familia como ese salvavidas al que asirse cuando todo parece perdido, ese faro que nos guía en la oscuridad, esa historia común que nos da identidad.  Pero esos lazos no es bueno que aprieten mucho, deben dejar respirar, todo debe tomarse en su justa medida y ahí radica la dificultad.


Es increíble lo que una novela puede influirte, lo bien que conocen algunos autores, Alejandro en concreto, la psique humana para crear unos personajes con los que el lector empatiza tan rápidamente. En Una madre Palomas hace una radiografía de la familia que bien pudiera haber sido la de cualquiera de nosotros. Yo también hubiera necesitado y agradecido en algún momento que Amalia me hubiese sentado a su mesa una Nochevieja o cualquier otro día, también tengo mi silla de las ausencias en la que se sientan dos personas a las que querré y recordaré mientras viva y también tengo mi propia libreta de páginas violetas en las que algunas preguntas aún esperan respuesta.  Por eso esta novela llega tan y tan hondo al lector, porque todos en algún momento nos hemos sentido paralizados y hemos necesitado que alguien nos ayudara a avanzar. Una madre habla de soledad, de la soledad como elección, de la soledad como liberación y de la soledad como cárcel. Una madre también habla de reinventarse, de afrontar, de arriesgarse y, sobre todo, de abrazar la vida con fuerza y dejar que pase el sol por esos huecos oscuros que nos impiden ver la luz al final de túnel.

"Yo daría la vida por poder abrazar a mi madre una sola vez, una sola,
y por poder decirle que lo he conseguido, que he salido de lo que he salido
y que me falta su mirada para saber que lo he hecho bien .
Daría todo lo que tengo, hija -dijo con una voz triste-.
Todo menos a vosotros tres, porque sin vosotros, sin tus hermanos y sin ti,
no me quedaría nada que dar y tampoco nada que esperar. Y eso no.
Vivir sin tener nada que esperar, no"



Pero en Una madre también hay lugar para el humor, porque qué sería de una familia sin los chistes que a veces sólo nosotros comprendemos, los recuerdos graciosos o las anécdotas -la de risas que me he echado con las ocurrencias de Amalia cuando está en Cara B "modo on".

 
- Pues la semana pasada fui con Ingrid a ver Los miserables - dice  mamá con voz de te-voy-a-contar-algo-pero-que-muy-interesante, poniendo una mano en el brazo de Olga-. Pero el musical, ¿eh? No la película.
(...)
- Ay, es tan... real -sigue mamá moviendo una mano en el aire. Va por la segunda copa de vino blanco y empieza a estar un poco achispada-. Está llena de miserables que sufren mucho todo el rato. Y a veces hasta lloras muy a gusto. O sea, un poco como el telediario, pero en París y sin los deportes. Y luego terminas y te vas a cenar. Y ya está.

 
No voy a desvelar nada más del argumento de Una madre porque es necesario que abordemos la lectura dispuestos a dejarnos llevar. Pero sí os diré que Una madre es poesía pura, que quien escribe nunca podrá reseñar haciéndole justicia. Una madre es de esas novelas que se disfrutan leyendo despacito porque quieres posponer el momento en que las hojas lleguen a su fin. De esos libros que acaban con tu reserva de pósit de tantas frases que quieres marcar para recordar.  De esas lecturas que te remueven cosas que llevas muy dentro porque tú también mantienes el equilibrio en tu propio trapecio. Alejandro, tus lectores te estamos eternamente agradecidos por esta maravilla hecha novela.



1. Paráfrasis de la oración que da comienzo a La señora Dalloway, de Virginia Woolf: "La señora Dalloway dijo que ella misma compraría las flores."

miércoles, 7 de mayo de 2014

"Za Za, emperador de Ibiza" de Ray Loriga


Título: Za Za, emperador de Ibiza
Autor: Ray Loriga
Editorial: Alfaguara
Año edición: 2014
ISBN: 9788420475103
 Páginas: 216
 
 
Miedo me daba estrenarme con este autor. Sabía que su manera de escribir no es muy usual y dudaba que mis gustos encajaran bien  con esa parquedad de adjetivos y esas descripciones tan concisas y superficiales propias del realismo sucio, movimiento al que se suele asociar al autor. Me gusta que  se creen ambientes y se sugieran cosas pero me parecía tan difícil lograrlo con la mínima expresión que al fin la curiosidad venció al miedo y, gracias a la generosidad de Trescatorce, la administradora del blog Rock & Roll Dreams, pude hacerme con un ejemplar. No sé si el autor bebe o no de esa corriente literaria antes citada, no he leído tanto como para poder identificarlo, pero sí que me he encontrado con una voz narativa muy particular que impacta por su precisión y estética minimalista. Za Za, emperador de Ibiza realmente me ha sorprendido. Me ha convencido esa capacidad para contextualizar la narración y para provocar en el lector el estado de ánimo idóneo para abordar la lectura. Porque para leer esta novela debemos liberarnos de prejuicios e ir dejándonos sorprender por el devenir de la historia.

Zacarías Zaragoza Zamora, alias Za Za, es un dealer retirado, lo que viene a ser un camello pero con un poco más de caché. Ahora lo único que quiere es disfrutar tranquilo de su retiro en Ibiza, sin destacar, pasando desapercibido a los ojos del resto del mundo.  Un buen día empiezan a sucederse en torno a él inexplicables casualidades que ni el protagonista ni el lector sabremos relacionar: ZAZA también es el nombre de un gigantesco yate de lujo que aparece amarrado en el puerto así como el de una nueva droga que otorga una felicidad completa sin causar daños físicos ni mentales. Y Za Za de repente se ve envuelto en un embrollo que no comprende pero que le convierte sin comerlo ni beberlo en el futuro emperador de la isla.


Más allá de la aparente superficialidad de sus personajes o situaciones lo que realmente importa en Za Za, emperador de Ibiza es la historia en sí, una atípica historia con mucho más trasfondo del que podemos adivinar a echando un simple vistazo a la sinopsis. Lo que Ray Loriga nos plantea en esta novela es una especie de juego en el que el lector ve cómo los protagonistas se dejan llevar por una voluntad superior que los maneja a su antojo hacia de la liberación de sus impulsos reprimidos o sus propensiones más ocultas. Y mientras el autor juega con los personajes y con nosotros por el camino se divierte ironizando sobre los recortes del Gobierno, sobre la moda en general y la ibicenca en particular, los medios de comunicación sensacionalistas, las ansias de independencia territorial, el espionaje industrial, la industria de la diversión y todo lo que se le ponga por delante.


"¿De veras piensan pedir la independencia?
De veras que sí.
Pero ¿creen que eso es posible?
En realidad no, pero entre los tecnicismos constitucionales, trámites legales, consultas populares, protestas de grupos mayoritarios, contraprotestas de grupos minoritarios, intervención del Gobierno central, obispos, misas, dogmas, cantautores, colectivos gays, lesbianas, integristas verdes, los panolis del carril bici y demás fanfarrias sociopolíticas, el proceso se hará eterno y más en esta isla en la que a nadie le importa un carajo la política, la ley, las bicicletas o la independencia..."


La sensación que he tenido al leer Za Za, emperador de Ibiza es la de estar presenciando un gran despropósito, como si alguien bajo los efectos de la misma droga a la que se alude en el libro se entretuviese en confundir a los personajes y al lector. Durante toda la lectura he ido un poco perdida, como el protagonista, pero decidida a dejarme llevar yo también y ver dónde me quería llevar Loriga. Creo que eso es lo que buscaba el autor y por supuesto que lo consigue. El tono pretendidamente difuso en el que está narrada la novela y la escritura sin guiones en los diálogos, con frases cortas y contundentes, crean un estado casi de ansiedad en el lector que sigue sin calmarse cuando llegamos al final que dota a todo de un sentido. El desenlace es realmente inquietante, un gran final aunque más o menos previsible, que da  mucho que pensar o reflexionar y, para mí, ha salvado una lectura que me tenía turbada.  Repetiré con Loriga, me ha dejado con ganas de más.
 
 "El infierno, al fin y al cabo, no es más que el eterno segundo que uno pasa en el lugar
que uno cree que le corresponde. Y en ese lugar vivimos todos.
 
 
 
 

martes, 6 de mayo de 2014

"El jardín de Dachau" de Ellen Marie Wiseman



Título: El jardín de Dachau
Autor: Ellen Marie Wiseman
Editorial: Bóveda
Año edición: 2014
ISBN: 978-84-15497-33-2
Páginas: 560

Cuando una novela trata de cosas tan duras como los campos de exterminio nazis una no puede evitar que los sentimientos se le revuelvan y se subleven. Me pasa siempre a pesar de tener asumida una realidad tan horrenda y abominable que sufrieron millones de personas de toda condición. Con El jardín de Dachau he padecido, he luchado, he esperado, he ansiado, me he cabreado, me he revelado. También he disfrutado leyendo una buena historia aunque emplear el verbo disfrutar en este caso se me haga cuesta arriba. En definitiva, la he vivido y de eso se trata.

Esta novela es uno de esos casos en los que a pesar de conocer de antemano que tendremos que hacer frente a los horrores que se cometieron contra los judíos en los campos de trabajo nazis y que, en ocasiones, habremos de parar de leer para recomponer nuestros sentimientos, quieres continuar leyendo con la esperanza de que algo bonito surja de tanta crueldad, algo como un jardín en medio de un campo de concentración.

Nos encontramos en Hessental, un pequeño pueblo alemán, donde los ecos de las barbaridades que empieza a cometer el régimen de Hitler llegan muy atenuados. El país se encuentra al borde de provocar la Segunda Guerra Mundial pero Christine, a sus diecisiete años, no empieza a ser consciente de esta situación hasta el día en que descubre que su amor secreto por Isaac Bauerman, el hijo de la familia judía para la que trabaja, es correspondido. El que debería ser un día maravilloso en la vida de una adolescente se convierte en un infierno en cuestión de minutos cuando Christine descubre un cartel anunciando una nueva ley que le impide relacionarse con los judíos y trabajar para ellos. El lector puede hacerse una idea de las pruebas que su amor tendrá que superar, si es que ambos logran sobrevivir a la guerra. Y aquí comienza la historia de Christine e Isaac, y la de sus familias: una judía, perseguida y denigrada, la otra alemana y aria, protegida por el régimen pero no de los bombardeos ni de los racionamientos. Ninguna a salvo del miedo. Cuántas historias de amor truncadas, cuántos sueños extinguidos. Cuánto horror. Maldita sea.


"Mientras el mundo exterior se agitaba en completo desorden, Christine e Isaac hablaban y reían, meciéndose al son de la música que él tarareaba en voz baja, 
a resguardo de la lluvia y ocultos en el túnel con suelo de tierra. 
Hacían planes para ciando el mundo volviera a estar cuerdo, y rogaban para que ese tiempo no tardara demasiado en llegar. Pero a medida que pasaban las semanas 
empezaron a preguntarse si aquello sucedería alguna vez."

 
Con Christine como hilo conductor y protagonista de la historia seremos testigos de la desesperación ocasionada por la guerra, sufriremos los problemas de abastecimiento que, afortunadamente, en el campo fueron más llevaderos que en las ciudades, oiremos el silencio atronador de un búnquer bajo un bombardeo enemigo, experimentaremos el miedo paralizante de los civiles ante la Gestapo, lloraremos por la pérdida de la inocencia en los ojos de Heinrich, Karl y María, los hermanos de Christine, o padeceremos el sufrimiento de los soldados que participaron en la ofensiva a Rusia. Pero también apreciaremos la belleza de las pequeñas cosas, como un baño tras meses sin poder hacerlo, o un desayuno cuando no te has echado nada a la boca en días o de una mirada de complicidad cuando sólo los ojos pueden hablar.
 

"¿Cuánto puede vivir una persona temiendo la muerte hasta que se temor resulte insoportable?"


Christine es un ejemplo de entereza y coraje ante las adversidades pero también de esperanza y de solidaridad. Una niña que tiene que madurar de repente y que es fiel a su corazón a pesar de las imposiciones y prohibiciones de un régimen asfixiante y de una guerra atroz. Los personajes secundarios también están muy bien definidos, como Mutti o Vater, sus padres que harán todo lo necesario para cuidar de los suyos. María, la hermana menor de Christine ha sido un personaje que me ha causado mucha ternura, abnegada hija y admiradora de su hermana mayor que será una de las que más sufra por sinsentido de la guerra. Quizá el personaje más difuminado sea Isaac, precisamente porque sabemos de él al principio pero no volvemos a encontrarle hasta bien pasada mitad de la novela cuando ya es una sombra de lo que fue.

Dachau es también un escenario importante dentro de esta novela, un lugar de recuerdo ignominioso que simboliza la locura extrema de un hombre que cometió los mayores crímenes en nombre de la pureza de la raza. Un lugar infame donde se respira a atrocidad, alimentado por vagones de seres humanos convertidos en despojos, donde millones de zapatos esperan ser calzados por sus dueños que ya nunca regresarán, un sitio vacío de humanidad. Un lugar, sin embargo, donde la autora nos plantea la posibilidad de que hubiese oficiales que no estuvieran de acuerdo con los métodos allí utilizados. Yo quiero pensar que así fue, que alguno fue capaz de cuestionar la ideología y aborrecer los procedimientos aunque su voz no fuese escuchada.

"La primera vez que vi el crematorio sentí ganas de entrar en las cámaras con los que llevaban. Pero luego comprendí que soy un testigo de sus asesinatos. Si sigo vivo cuando esto termine, 
le contaré al mundo lo que de verdad ha sucedido aquí." 


Algunos de los hechos que se cuentan en El jardín de Dachau están basados en las vivencias de la madre de la autora, alemana de nacimiento, y que ésta decidió ficcionar cuando visitó Alemania y fue consciente del contraste entre la belleza del lugar y las cosas tan horribles que allí sucedieron.
El jardín de Dachau es un libro que no deja indiferente, que se deja leer aunque en algunos momentos debas parar a recomponerte y que te implica en la historia que transmite. La novela nos cuenta los horrores de una guerra que truncó vidas, rompió amistades y afloró lo peor de mucha gente pero, sobre todo, transmite un mensaje de lucha y búsqueda de la felicidad por encima de todo.

jueves, 1 de mayo de 2014

"Kitty Peck y los asesinos del Music Hall" de Kate Griffin


Título: Kitty Peck y los asesinos del Music Hall
Autor: Kate Griffin
Editorial: Siruela
Año edición: 2014
ISBN: 978-84-15937-74-6
Páginas: 310

 
 
Cuando vi las novedades que nos presentaba Siruela para el primer trimestre de 2014 un título llamó poderosamente mi atención: Kitty Peck y los asesinos del Music Hall de Kate Griffin. No conocía a la autora, cosa nada extraña ya que es su primera obra, pero este título me sugería tres ingredientes que me lo hacían muy atractivo. Primero, la cosa va de misterio e intriga porque en el título ya aparecen unos asesinos. Empezamos bien, me gusta. Segundo, la protagonista es una chica, Kitty Peck, algo que no es inusual pero que no suele ser lo más común en esta clase de literatura.  Chicas al poder. Y tres, no se me ocurre una ambientación más adecuada para un trama de este estilo que el Music Hall, donde confluyen espectáculo, frivolidad, envidias y negocios turbios. Me enloquece. Como puntilla, la traducción corre a cargo de Alejandro Palomas, autor entre otros de El alma del mundo, un libro que me encantó. Adjudicado, tenía que leerlo. 

Londres, 1880: en el distrito portuario de Limehouse se encuentra un lugar conocido como El Paraíso, un territorio regido por reglas propias y en el que gobierna su particular reina: Lady Ginger, la dueña de varios cabarés de tres al cuarto que allí se ubican. Cuando algunas de las trabajadoras de sus teatros, The Gaudy, The CometThe Carnival, empiezan a desaparecer misteriosamente, Lady Ginger ve peligrar su negocio y recurre a Kitty Peck, una chica de dieciocho años ayudante de costurera de los cabarés, a quien hace chantaje para que se convierta en señuelo de los asesinos. En la consecución de su objetivo Kitty participará en un peligroso espectáculo hecho a su medida con el que alcanzará un gran éxito del que se harán eco muchos periódicos de la ciudad. Si quieres sobrevivir en el Paraíso lo mejor es no destacar, ni para bien ni para mal. Lo más conveniente eso pasar desapercibido. Pero ella necesita destacar para atraer a quien está haciendo desaparecer a las chicas. ¿El asesino picará el anzuelo?.

 

Me gusta la gente con arrestos, y lo mismo les ocurre a los clientes. Esa, Kitty, es una de las razones. La Señora y yo te hemos seleccionado. Pero en lo que hace referencia a tus derechos, creo que pronto entenderás que no tienes mucho que decir al respecto. Tu hermano es propiedad de la Señora, tú eres propiedad de la Señora, yo soy propiedad de la Señora.
Todos lo somos... así son las cosas

 

Una de las cosas que más me ha enganchado a esta novela es lo bien que está descrita la atmósfera de los lugares por donde se mueven los personajes. Las luces y las sombras, los colores y hasta los olores componen a ojos del lector una imagen casi pictórica de los teatros, buhardillas o calles en donde transcurre la acción. Y es que la forma de plasmar los ambientes como si de un lienzo se tratara tendrá más importancia de la que aparentemente parece. Y ahí lo dejo.

Si el Londres victoriano de señores trajeados y apariencia seria e impoluta que organiza grandes eventos sociales y se ciñe a rigurosos formulismos de cortesía y etiqueta nos seduce, el que realmente nos cautiva, en cambio, es ese otro Londres más oscuro en el que Kitty se mueve como pez en el agua. Las calles por donde se mueve la protagonista de noche no están exentas de peligros ya que puedes encontrarte desde marineros borrachos buscando juerga hasta prostitutas dispuestas a todo por defender su territorio. Durante el día el panorama mejora un poco aunque sigue apestando a miseria y sordidez. Pero no sólo este ambiente degradado y mezquino está excelentemente descrito en la novela. También lo está el de los cabarés donde trabaja Kitty, el Pardillo de Limehouse,  y que tiene la oportunidad de observar desde una posición privilegiada. Las rivalidades entre las chicas del espectáculo, el ajetreo entre bambalinas, los instintos más básicos que se quitan el corsé en cuanto los clientes cruzan la puerta, los abusos a los que hay que hacer la vista gorda para sobrevivir.  Este lugar puede ser escenario de las peores atrocidades perpetradas por el ser humano y mantenerlas ocultas a los ojos del resto de la humanidad.

 

Las ventanas situadas a pie de calle de la mayoría de los edificios, aparte de las tabernas, claro está, eran negros huecos, e incluso las de más arriba, en la medida que pude ver algo, tenían las contraventanas cerradas o las cortinas totalmente corridas. Era esa clase de noche en que Londres pierde la confianza en sí misma, entorna las puertas, prende las lámparas y cierra los ojos. Abuela Peck habría encendido el fuego en una noche así y nos habría hecho sentar a Joey y a mí cruzados de piernas sobre su vieja alfombrilla de nudos mientras nos contaba historias de espíritus y de hadas malignas.

 

Narrada en primera persona por la propia Kitty la novela se lee sin dejarte tiempo a despegar los ojos de sus páginas. El ritmo jamás decae gracias al magnetismo del personaje principal pero también a personajes tan carismáticos como Lady Ginger, una decrépita anciana fumadora de opio o Lucca, el atormentado y deforme amigo de la protagonista. Kitty tiene mucha fuerza, es una chica inteligente y decidida a la que su inconformismo e insolencia le han traído más de un disgusto. En su investigación tendrá que salvar numerosos obstáculos, tentaciones, frustraciones y desesperación. Secretos familiares, un macabro cuadro, varios anónimos, amenazas veladas, desapariciones sin explicación, insistentes galanes con intenciones dudosas, el I Ching, mitos griegos, caóticos periodistas con tics nerviosos. Las piezas del rompecabezas deben ser encajadas y no hay demasiado tiempo o alguien morirá.

 

"Jamás hay que jugar a los dados con el diablo porque siempre gana él"

 

Kate Griffin ha logrado un thriller brillante que aunque no es de los que te tienen despistado hasta el final sobre quién es el asesino sí mantiene la tensión durante toda la novela proporcionando varias posibilidades al lector e, incluso, se guarda un impactante as  en la manga para el último momento. Sin duda la recomiendo y espero que la autora retome este personaje para futuras historias.



 Reseña realizada para el Equipo de Redactores de Momentos de Silencio Compartido

sábado, 5 de abril de 2014

"Bridget Jones. Loca por él" de Helen Fielding


Título: Bridget Jones. Loca por él
Autor: Helen Fielding
Editorial: Planeta
Año edición: 2013
ISBN: 978-84-08-12165-7
Páginas: 480



Allá por el año 1999 leí un libro titulado El diario de Bridget Jones. Tanto me gustó que seguidamente leí  Bridget Jones: sobreviviré, la continuación que la autora sacó aprovechando el éxito que había tenido las aventuras de esta chica con incontinencia verbal, loca por encontrar una pareja y adicta a los libros de autoayuda. Disfruté mucho leyendo estos libros, me parecieron frescos y divertidos y llegué a cogerle cariño al personaje de Bridget, con quien es fácil sentirse identificada en algún momento. Años después las novela fueron llevadas al cine con Renée Zellweger, Colin Firth y Hugh Grant, pero jamás pensé volverla a encontrar en letra impresa.

Bridget Jones. Loca por él ha sido como topar por la calle con una vieja amiga del instituto. Te alegras de saber de ella y estás deseando saber qué ha sido de su vida pero han pasado tantos años que no sabes exactamente si las dos conservaréis ese feeling que os unía antaño. En unos casos esa distancia emocional no se salva jamás. En otros, en cambio, el trecho que separa a ambas personas se recorre en apenas unos segundos. Y no sabemos muy bien por qué, pero pasa. Con el miedo y la incertidumbre de saber en cuál de estos dos casos finalizaría este encuentro, y cierto enfado hacia la autora por la revelación en los medios de un detalle que marca la vida de Bridget, abordé este tercer libro doce años después de cerrar aquel Bridget Jones: sobreviviré

Han ocurrido muchas cosas desde que dejamos de saber de Bridget y algunas, o una en concreto que no desvelaré aquí pero que es vox populi, me chocó tanto que empecé a leer con cierto recelo. Ahora ella es una señora de cincuenta y un años como cualquier otra. Cuenta con algunas arrugas, unas cuantas canas y su eternos kilitos de más pero en el fondo sigue siendo la misma Bridget, "nuestra"  Bridget, esa chica despistada e insegura que se metía en líos con una facilidad pasmosa y que anotaba compulsivamente su peso, las calorías consumidas, los cigarrillos fumados o todo aquello que fuese susceptible de ser cuantificado en un diario que mucha gente llegó a imitar. 

Jueves, 19 de abril de 2012

79 kg; unidades de alcohol: 4 (bien); calorías: 2.822 (pero es mejor comer comida de verdad en un club que trozos de queso rancio y palitos de pescado en casa); posibilidad de tener o deseo de volver a tener sexo: 0.

Bridget es una madre que ha tenido que hacerse cargo sola de sus dos hijos y siente que lleva tanto tiempo sin tener sexo que cree que ha recuperado la virginidad. Como sucede casi siempre son sus amigos Shaz, Jude y Tom quienes le dan un toque de atención y los que le ayudan a que se de de cuenta de que tiene que empezar a vivir una vida que había dejado aparcada por un tiempo para dedicase por entero a criar a los niños. A partir de aquí, intentará, como se dice vulgarmente, volver al mercado, es decir, salir con hombres y conocer nueva gente. Las nuevas tecnologías proporcionan una gran oportunidad para este propósito pero también tienen un gran peligro. Su experiencia con las páginas de contactos no será exactamente lo que ella espera así que ampliará su abanico de posibilidades de encontrar pareja abriéndose también una cuenta de Twitter. Además, resuelve que tiene que empezar a retomar su carrera profesional que sea compatible con su maternidad por lo que decide escribir un guión y buscar quién lo produzca. 


"Lloros en el cuarto de los niños. Aún con las sábanas manchadas de diarrea en la mano, me he desviado hacia la habitación y a medio camino he oído lloros rivales procedentes del cuarto de baño. Me he planteado darme al vino. Me he recordado a mí misma que soy una madre responsable, no una putilla en un pub. Me he echado a temblar, histérica, entre la habitación de los niños y el cuarto de baño. El llanto del baño iba en aumento. He entrado pensando que Mabel se habría comido una maquinilla Bic, un bote de veneno o algo parecido, pero me la he encontrado haciendo caca en el suelo con expresión culpable y espantada. Me he sentido abrumada por mi amor hacia ella. La he cogido. Ahora no hay diarrea y vomitona sólo en las sábanas, en la alfombrilla del cuarto de baño, en Mabel, etcétera, sino también en el camisón vagamente sexual"


La faceta de madre de Bridget y la situación a la que se enfrenta añade un punto de ternura a una historia que, a pesar de que he disfrutado, me ha resultado tediosa en ciertos momentos. Tiene momentos ciertamente divertidos como la charla en Twitter con unas cuantas copas de más. Pero a pesar de esos momentos y de ser una historia completamente diferente a las anteriores me parecía estar leyendo algo ya leído, más de lo mismo. Y conste que sigo encariñada con esta niña grande que da mil vueltas a las cosas, que se dispersa, que es ocurrente y divertida pero, para mi, ya no es lo que fue: Tom o Jude, sus amigos de siempre, se han quedado anclados en los treinta, Daniel Cleaver, ese canalla cautivador, ya no encanta ni a las serpientes y no os digo nada de Mark Darcy porque aún sigo enfadada con la autora.

Creo que, como se dice en las rupturas amorosas: "cariño, no es por ti es por mí". Y es cierto, quizá la que haya cambiado sea yo y este tipo de lecturas ya sólo me sirvan para paliar un poco la nostalgia de una época ya pasada. Aunque hubiese preferido que Helen Fielding hubiera dejado a Bridget para siempre con treinta y cinco años.